La libertad y la igualdad de enseñanza en la Convención Constituyente

Columna de Cristian Rodríguez, director del Instituto de Políticas Públicas

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Hace pocos días la Comisión de Derechos Fundamentales de la Convención Constituyente resolvió no incorporar como tema a tratar en la comisión permanente, el principio de la libertad de enseñanza y el derecho preferente de los padres a educar a sus hijos .

Históricamente, los principios de igualdad de oportunidades educativas para todos los estudiantes y libertad de enseñanza han estado en tensión. Un conflicto inherente a las sociedades democráticas, siendo el campo de la escolarización el espacio en el cual los ciudadanos se enfrentan a ese conflicto entre ambos derechos.

Sin embargo, resolver la tensión entre igualdad y libertad, que son principios universales e irrenunciables, equivalentes en jerarquía, y que están interrelacionados e interdependientes, requieren ser armonizados y garantizados por el Estado de derecho en sus normas superiores.

La igualdad de oportunidades educativas para ser provistas de manera equivalente, requiere no solo garantizar el acceso, sino también la calidad del servicio educativo a través de altos estándares de rendimiento. A nivel global, la población estudiantil es cada vez más diversa, solo en Antofagasta uno de cada cuatro estudiantes es de ascendencia indígena o inmigrante . La necesidad de atender a la diferenciación relacionada con la creciente diversidad de la población escolar, se opone a un sistema educativo que se organiza con la premisa de atender a una población homogénea y con necesidades únicas.

Entonces, el principio común de igualdad asociada a una empresa pública con una educación común para crear ciudadanos con valores compartidos y con acceso equitativo a la movilidad social, debe ser armonizado con el principio de la libertad de enseñanza.

La educación del siglo XXI, requiere de la existencia de establecimientos diversos, que en las sociedades democráticas responden a la aspiración de las familias para decidir entre diversas opciones la educación de los hijos, sino también para atender a la creciente diversidad de la población escolar. No existe en las democracias modernas una experiencia a través de la cual se niegue o se imponga un principio sobre el otro. La tendencia ha sido,  sistemas escolares regidos por normas que aseguren el acceso equitativo a bienes públicos con estándares comunes reconocidos, pero que garantizan el derecho a la libertad de optar entre establecimientos diversos de acuerdo a preferencias religiosas, ideológicas o raciales.

Un ejemplo, lo ofrece el desarrollo de las tecnologías de la información durante la crisis de la pandemia. La tecnología fue una disrupción, con implicancias en la libertad y la igualdad. La tecnología permite superar las barreras que impiden brindar las mismas oportunidades, y por otra, fortalece la elección de una educación que responda a las necesidades del estudiante, opciones que ningún sistema bajo un solo principio podría ofrecer.