Ana María Morales: "Como país hemos duplicado el gasto público en materia de seguridad y justicia, pero los resultados siguen siendo los mismos"

Entrevista a la Directora del Área de Justicia y Reinserción de Fundación Paz Ciudadana

La seguridad es uno de los temas que ha estado más en boga en los últimos meses en el país. Se percibe que las sensación de inseguridad ha crecido, y así lo demuestra la Índice realiza Fundación Paz Ciudadana y Adimark cada año, donde se mostró que el índice de victimización general, se elevó de  un 38,9%  del año 2013, a un 43,5% en el año 2014.

Las cifras anteriores se contradicen con el  Reporte Estadístico de Carabineros de Chile, sobre casos delictuales, donde los delitos de mayor connotación social a nivel nacional presentaron una disminución de un 1%, y al clasificarlos por categorías, hay disminución equivalente a un – 2,3% para los delitos violentos y una leve baja de un 0,4% para los delitos contra la propiedad. Sin embargo, los delitos que presentan un aumento importante son robos con fuerza (7,7%), robo con intimidación (6,1%) y robo en lugar no habitado (4,9%).

Tratamos este tema con Ana María Morales Peillard, directora del área de Justicia y Reinserción de Fundación Paz Ciudadana, quien nos habló de las estadísticas, la percepción de inseguridad y los medios de comunicación.

 

¿La falta de seguridad afecta la calidad de vida? ¿De qué manera se manifiesta?

Desde principios de los años 90, la seguridad y la delincuencia, se han manifestado como una de las tres principales preocupaciones de la ciudadanía, asunto que ha sido corroborado por la última encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP) y mediciones anuales de la Fundación en la materia. Su impacto en la calidad de vida de la población, se manifiesta en la búsqueda de elementos y tecnologías que brinden protección y puede implicar cambios también en los hábitos de vida cotidianos, frente a la ocurrencia fundamentalmente de los llamados delitos contra la propiedad, como los robos y hurtos, que son justamente los que más afectan a los chilenos.

Cabe recordar que nuestro índice arrojó la más alta tasa de victimización desde el año 2000 en adelante (43,6%) respecto de éstos, los que están fuertemente relacionados con la presencia del llamado “imputado desconocido”, los que resultan determinantes en materia de persecución penal, toda vez que constituyen la mayor cantidad de casos a los cuales el sistema no entrega una respuesta satisfactoria. Como en más del 80% de los casos de los delitos contra la propiedad, no es posible identificar a su autor, la víctima hace una mala evaluación del sistema y del actuar de los órganos que lo componen.

 

Según su parecer, ¿Dónde falta poner más énfasis: en la prevención, en la falta o mejoramiento de las policías o en el sistema judicial?

Hoy —y sin contar los recursos destinados al Poder Judicial— como país hemos duplicado el gasto público en materia de seguridad y justicia, pero los resultados siguen siendo los mismos. 9 de cada 10 pesos están destinados a reaccionar frente al delito, invirtiéndose muy poco en reinserción y en prevención del mismo. Los órganos de persecución criminal siguen tramitando ‘caso a caso’, por lo que se requiere transitar a la implementación de mayores herramientas de análisis criminal y en el despliegue de tácticas y estrategias policiales frente a determinados focos delictivos. Los delitos en Chile son cometidos en pocos lugares, por pocas personas y con patrones fácilmente identificables, pero sigue trabajándose reactivamente o pensando que cambios a la actual legislación deben resolver los problemas.

Por otra parte, se invierte muy poco en el desarrollo de políticas, planes y programas de control, reinserción y rehabilitación de quienes han sido condenados por un delito, por lo que es necesario impulsar con voluntad política, un servicio de reinserción en la materia para los adultos y la separación definitiva del actual Servicio Nacional de Menores.

 

El último Reporte Estadístico de Carabineros de Chile indicó que los delitos de mayor connotación social a nivel nacional presentaron una disminución de un 1%, respecto al año 2014. ¿Por qué existe mayor sensación de victimización? 

Efectivamente, si vemos las cifras generales, reflejadas en la encuesta ENUSC, vemos que los delitos de mayor connotación social tienden a mantenerse estables en el tiempo, con un aumento sólo en los delitos de hurto. Sin embargo, la medición no logra dar cuenta de un aumento en distinto tipos de delitos en determinadas comunas y zonas geográficas del país, por lo que el análisis debe ser más focalizado. Asimismo, aumentan los niveles de temor, inseguridad y percepción de la violencia en comunas y barrios, lo que lleva a las personas sentirse más victimizadas.

 

¿Será que hay muchos actos delictivos que no se denuncian?

Como Fundación hemos constatado que, por ejemplo, en delitos contra la propiedad hay un aumento de la llamada “cifra negra”, porque las personas tienen una mala evaluación de las instituciones en general y creen que su causa no va terminar en nada, sobre todo considerando los altos porcentajes de causas con imputado desconocido. Pero también hay que señalar que, la evaluación es aún más negativa, cuando la persona sí decide denunciar y toman contacto tanto con las policías y fiscalías, lo que es aún más preocupante.

 

¿Los medios de comunicación juegan un rol importante en la sensación de inseguridad de la ciudadanía?

Hemos venido mirando con atención la importancia que en materia de exhibición del delito se hace en los medios de comunicación. Sin embargo, su impacto aún no es tan nítido. La inseguridad, temor y victimización tienen su fundamento en la propia vivencia frente al ilícito que tiene la persona o cuando la víctima es parte de nuestro grupo familiar o de redes cercana.

 

La Región de Antofagasta supera la media nacional de la tasa de casos delictuales. ¿Existen características propias de la región que respondan a esto?

Como Fundación hemos señalado que cada región, y que incluso cada comuna y cada barrio, al interior de éstas, tienen patrones delictuales específicos que deben ser abordados de manera más efectiva y con el despliegue de tácticas acordes a esa realidad. En el sur es, por ejemplo,  el robo de madera, de salmones e incluso la venta de carne de manera clandestina. En el norte, el mercado automotor y el narcotráfico generan distintas actividades ilícitas que deben ser miradas con atención. Específicamente Antofagasta e Iquique desde el año 2000 vienen aumentando su índice de victimización, ubicándose por sobre la media nacional, la primera con un 48,3% para el año 2014. Asimismo, esta ciudad exhibe los mayores indicadores de alto temor de sus habitantes, lo que debe llevar a los órganos de persecución al desarrollo de acciones orientadas a lo que pasa en esa región.

 

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