El trabajo de cuidar y la equidad de género en América Latina

Todas las sociedades tienen personas dependientes a quien cuidar (menores, adultos mayores y personas con discapacidad) y personas que cuidan. La capacidad para resolver las necesidades de cuidado es crítica para el bienestar de la sociedad. Si bien existen diferentes maneras de organizar la provisión de cuidado, aún hoy en día esta labor sigue concentrada en la esfera de la familia y es hecha mayoritariamente por las mujeres en forma no remunerada.

En Argentina, un país que ha hecho avances muy importantes en materia de derechos de las mujeres y equidad de género, las mujeres dedican casi el doble de tiempo que sus pares varones (6,4 hs. por día vs. 3,4 hs.) a las actividades de cuidado (INDEC 2013).

La dimensión económica del cuidado se ha vuelto más visible en América Latina gradualmente, así como la magnitud del subsidio que representa para la sociedad.  En Colombia y en México, por ejemplo, el valor económico de las actividades de cuidado representa un poco más del 20% del PIB  (DANE, INEGI).

La región latinoamericana enfrenta un escenario de “crisis de cuidado“(CEPAL 2009) debido a que la cantidad de gente que requiere cuidados ha crecido y la oferta de gente disponible para cuidar ha disminuido. Esto es resultado de la mayor longevidad de nuestras sociedades, de una más baja tasa de fecundidad y del ingreso masivo de las mujeres al mercado de trabajo y al sistema educativo. Adicionalmente, en Latinoamérica el “bono demográfico” – cuando el total la población económicamente activa es mayor que la dependiente – se acabará en algunos años (en 2040 en Argentina).

 

Opciones de política

Las políticas de cuidado pueden ser categorizadas en medidas que garanticen tiempo, dinero y servicios para cuidar (Pautassi, 2007; Provoste Fernandez, 2012). Esto puede traducirse en licencias o permisos laborales para el cuidado dentro del hogar de personas dependientes, transferencias monetarias para el sostenimiento del cuidado de familiares y servicios públicos destinados al cuidado.

En la región ya existen políticas y programas sobre la base de las cuales se puede construir para enfrentar el desafío en forma más integral. Estos activos incluyen los regímenes de licencias de maternidad y paternidad en el marco del empleo formal, los programas de asignaciones familiares y transferencias monetarias condicionadas, las prestaciones del régimen de jubilaciones y pensiones, y en general los programas de universalización de servicios e infraestructura social básica.

Como norma, estos programas han surgido por demandas de agendas diferentes a la del cuidado o sin enfoque de género, lo cual explica que haya espacios vacíos en términos de una política integral y varios desafíos urgentes. Por ejemplo, las transferencias monetarias han aumentado significativamente las responsabilidades de cuidado de las mujeres con respecto a  las de los hombres, un tema pendiente de resolver en la mayor parte de los programas actualmente existentes. Por otra parte, si bien es cierto que la escuela suple importantes funciones de cuidado, el problema aparece marcadamente  para los y las  menores de 4 años –franja en la cual no se ha universalizado la provisión pública de servicios-,  los adultos mayores y las personas con discapacidad. Este vacío  impacta  muy desfavorablemente a las familias de menores ingresos que no pueden comprar servicios de cuidado en el mercado (jardines de infantes, geriátricos, instituciones especiales), o contratar ayuda doméstica.

Uruguay y Costa Rica han comenzado a abordar esta cuestión mediante el establecimiento o ampliación de servicios para los niños menores de 4 años provenientes de hogares de bajos ingresos. En México el gobierno ahora subvenciona centros de cuidado infantil con el objetivo de facilitar una mayor  inserción de las mujeres en los mercados de trabajo centrándose en niños y niñas cuyas madres trabajan en áreas no cubiertas por la seguridad social.

El rezago en la instalación de un sistema integral de cuidados tiene impactos decisivos en materia de equidad e igualdad de derechos entre hombres y mujeres, en la inserción laboral de las mujeres — sobre todo pero no exclusivamente de las de menores ingresos– , y en las posibilidades de salir de la pobreza de los hogares de menores ingresos.

Con estas preocupaciones en mente, y con el fin de promover la discusión y la adopción de políticas integrales en materia de cuidado en Argentina, la OIT, el PNUD y UNICEF, junto con un importante centro de pensamiento, el CIPPEC (Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento), vienen realizando un ciclo de diálogos del cuidado. Los diálogos han tenido una amplia y activa participación de formadores de opinión, especialistas, tomadores de decisiones, legisladores y organizaciones de derechos humanos, nacionales e internacionales. La amplia cobertura mediática sobre el ciclo de diálogos refleja una preocupación creciente sobre esta materia entre la ciudadanía y los tomadores de decisiones en Argentina.

Los diálogos  han abordado la dimensión de género de la problemática del cuidado, experiencias subnacionales de cuidado y políticas de cuidado para adultos mayores, entre otros tópicos. La experiencia de Uruguay, país líder en la región, ha sido examinada en profundidad.

El ciclo de diálogos ha sido fructífero. Por ejemplo, en junio del 2015 la legisladora  federal argentina Maria del Carmen Bianchi, participante en los diálogos, presentó un proyecto de ley para el establecimiento  de una  Política Federal de Cuidados para la Primera Infancia, en cuya introducción se destaca que “Para la elaboración de esta propuesta legislativa se han tenido en estudio, análisis y consideración los diversos encuentros efectuados en el marco de ´Diálogos de Políticas sobre Cuidados en Argentina´–CIPPEC, UNICEF, OIT, PNUD.“ (Avanza un proyecto de Ley para Primera Infancia.)

El grupo de la ONU continuará su trabajo en el área, apoyando el esfuerzo de Argentina por un mejor sistema de cuidados.  Serán bienvenidas las experiencias y reflexiones acerca de las políticas de cuidado y cómo ellas pueden contribuir alcanzar la igualdad de género.

Fuente: http://www.revistahumanum.org/

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